WEBMAIL
 

Content on this page requires a newer version of Adobe Flash Player.

Get Adobe Flash player

 
Inicio | Historia | Misión y Visión | Ediciones | Contáctenos | Comisión

BÚSQUEDA POR TEMA :
MINISTERIO
IGLESIA
HISTORIA
ALABANZA
MOTIVACIÓN
FAMILIA
MUJER
SALUD
UNIDAD
JÓVENES




 
 

 

 

 

EL PASTOR PASTOREANDO A SU FAMILIA

Por Pastor Jeremías Bolaños*

La familia del Pastor la conforman él, la esposa y los hijos. -¡Vaya descubrimiento!- El Pastor normalmente ora, lee su Biblia para su propio sustento espiritual y para preparar sermones, visita los hogares de los miembros; asiste a funerales, cumpleaños, bodas, convivios familiares. Dirige las sesiones de su Cuerpo Oficial y la iglesia. Es parte de las reuniones pastorales distritales, regionales y nacionales; se prepara con seminarios; estudia y enseña e integra comisiones, entre otras actividades. Esta es el área práctica de la vida de un Pastor, pero él es quien lleva la carga directa de la iglesia; por lo que le toca “sufrir con los que sufren y llorar con los que lloran” (Romanos 12:15). Como líder espiritual, desarrolla la visión de la congregación, siendo responsable de su crecimiento y progreso. Es quien recibe del cielo la Palabra que va a edificar y alimentar al rebaño. Por lo que requiere que permanezca en continua comunión con el Señor.

¡Ah! Pero, ¿qué de la familia pastoral? Con respeto, pero echaré mano a mi experiencia de vida ministerial por más de medio siglo.

1. EL PASTOR NECESITA PASTOREARSE A SÍ MISMO ¿Cómo lo hace? Tres respuestas: a) Salud Física ¿Cuáles son las enfermedades típicas del Pastor? Dolores de cabeza, problemas estomacales, diabetes y sus derivados, stress; y los padecimientos que surgen por razón de la edad.

¿Cuáles son las causas? La constante preocupación por la vida de la iglesia y la familia, las relaciones con la congregación, el esfuerzo mental, la mala alimentación, las congojas, las dificultades económicas... en fin, ¡toda la carga de trabajo! Esto da como resultado las enfermedades apuntadas. Hubo un tiempo que yo enseñaba en un colegio cinco horas por la mañana. Por la tarde visitaba los hogares; por la noche estaba en el templo; los fines de semana, atendía vigilias y ayunos, sesiones con los diáconos y con los Pastores de filiales; el domingo todo el día en los afanes de la congregación. No tenía tiempo para comer, y si lo hacía, era a la carrera. Mi esposa se esmeraba preparándome la comida. Ella ha sido muy atenta conmigo en ese aspecto y en todos los demás - ¡se lo agradezco!, pero yo andaba “acelerado”.

¿Cuál fue el resultado? Me enfermé. Adquirí una úlcera duodenal. Pasé vergüenzas. Perdí sesenta libras de peso. Parecía un fideo. El médico, Víctor Méndez Méndez, me quería operar. No sé cuántas veces me practicó la endoscopía. Me mantenía ingiriendo Maalox en grandes cantidades (A raíz de esa medicina me dio una terrible caspa). De no ser porque Dios tuvo misericordia y me sanó, a lo mejor no estaría “contando el cuento”. Otro padecimiento que está llevando a los pastores a quedar ciegos, con problemas de riñones, amputados de sus piernas, con derrames cerebrales, problemas cardíacos y otros males, es la famosa diabetes.

¿Por qué nos ataca esta enfermedad? Porque no hacemos ejercicio por lo menos media hora diaria, no tomamos agua suficiente, pasamos todo el tiempo sentados. ¡Ah! ¡Ahora sabemos de dónde se nos rompe el pantalón! Comemos mucho pan, tortillas y pupusas. Tomamos Coca Cola y el café bien azucarado. Les aseguro que si hacemos ejercicio, tomamos varios vasos con agua, comemos sano, evitamos la Coca Cola y los azúcares, quitamos el pie del acelerador; además de tomar vacaciones y descansar un día a la semana, dormir ocho horas diarias, con la ayuda del Señor prevenimos y evitamos la diabetes; a menos que nos venga por heredad. ¡Ah! ¡Aprendamos a delegar y a decir “no”! (Mi esposa me dirá: “Predicador, predícate a ti mismo”). Sí, pero “nunca es tarde”. Lo que me ha pasado a mí, no quiero que lo pasen mis colegas. Don Jaimito El Cartero, de Chespirito decía: “Hay que evitar la fatiga”.

b. Salud Espiritual Esto se logra orando al Señor todos los días. “Abrir nuestros ojos y mirar las maravillas de su ley” (Salmo 119:18), es decir, leer y meditar en Su Palabra. Además, cuidar que nuestro corazón esté libre de resentimientos y amarguras.

c. Salud Mental Es posible si evitamos distraernos con imágenes inadecuadas a la conciencia de un Pastor y leer buenos libros. Advierto que los estudios académicos y universitarios no deben enfriarnos espiritualmente ni volvernos materialistas.

2. EL PASTOR DEBE PASTOREAR A SU ESPOSA “El que halla esposa, halla el bien, y alcanza la benevolencia de Jehová”. (Proverbios 18:22). Para comenzar diré que la esposa, en términos generales, es bastante complicada. A veces cuando están embarazadas les dan muchos “antojos”- ¡que para qué les cuento! Que mangos tiernos, tierrita húmeda, consomé de garrobo, pupusas de pescado, “tile”, tepezcuintle, camarones, carnes, huevos de iguana y tortuga y demás.

El problema es que cuando el marido trae tales antojos, no se los come porque le dan vómito. Asimismo, está mal humorada y, a veces, es el otro extremo. Sabio el marido que sabe lidiar con esos altibajos de su amada esposa. Tómese en cuenta que ella lleva la carga del hijo desde que está en el vientre. La esposa necesita sentirse pastoreada, amada, comprendida, realizada. Si en algún momento “levanta la voz”, no vamos a hacer lo mismo nosotros. Si está enojadita, déjela, le va a pasar. Ella demanda ser tratada como “vaso frágil”. “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo” (1ª Pedro 3:7).

Esta exhortación es para los esposos. El solo hecho de ser esposo, es un gran privilegio, pues a algunos, parecería que “nadie nos quería”. Al fin encontramos quien nos amara y aceptara hasta que la muerte nos separe. Dichoso que encontré con quien casarme. A mi esposa no le gusta que relate en mis predicaciones, que cuando me enamoré de ella, era un muchacho flaco y pobre. No así sus padres, quienes tenían algo de dinero. Sin embargo, me aceptó y nos casamos.

Con bastante dificultad se adaptó a “vivir por fe”, a pastorear cuatro “viejitas” que llegaban a dormir durante el mensaje. Cada una traía su toallita. Durante mi predicación, ellas roncar y roncar. Despertaban cuando terminaba el mensaje. Pero eran amorosas. Nos traían huevitos, frijoles, leña; nos daban pequeñas ofrendas. La hermana Mercedes de Cardoza, nos traía tamales todos los fines de semana. Mi esposa sentía la diferencia. En casa de sus padres no tenía que esperar que alguien trajera; lo tenía todo, “solo de agarrar”. Pero aprendió.

Con el tiempo, las cosas han cambiado. Poco a poco, Dios nos ha ido bendiciendo. Hoy en día, después de tantos años, ya tiene todo “solo de agarrar” ¡Bendito sea Dios! Pastorear a la esposa significa: Hacerla sentir amada. Con las señales evidentes de fidelidad. Fiel a los votos matrimoniales. Fiel en la cama. Fiel con sus responsabilidades financieras. Saber que a su lado está un marido que la atiende, cuida y le tolera las pequeñas faltas; que aprende a vivir con las diferencias de carácter, gustos, colores, sabores, etc. Necesita sentirse comprendida cuando llega el tiempo de vivir en soledad, cuando ya no viven los padres de ambos y la pareja queda sola. Es entonces cuando más se deben amar, pese a las canas y arrugas.

¡No hay cosa más bonita, que mirar dos viejitos caminando, tomados de la mano y dándose besitos! Los maridos debemos ser creativos. De vez en cuando, “sacarlas al sol”, es decir, llevarlas a algún lugar fuera de lo común; sin los niños. Hay que dedicarle tiempo a la esposa, porque solo hay una. Vivir sabiamente, incluye ayudarle en los quehaceres de la casa, con los niños, pues es responsabilidad de los dos. Comprarle ropa, calzado, perfumes; llevarle flores, pasar por la panadería y traerle pan. No solo se trata de acariciarla, sino comprenderla y asistirla en sus muchas necesidades.

Al platicar, debemos mirarla directamente a los ojos. Mostrar que nos interesa lo que dice. Digo esto, porque hoy día, la moda es hablar y chatear quien sabe con quién. Al conversar hay que apagar el celular, la computadora y la televisión; cerrar las páginas del periódico. Que perciba que está siendo oída, atendida y entendida. Si somos ministros de la gracia para otra gente ¿por qué no serlo para nuestra esposa? ¿Cómo desearía entender a cabalidad la frase “dando honor a la mujer”? ¿Cómo un marido pastor da honor a su esposa? Al darle el lugar que se merece. No solamente en la iglesia, sino también en la casa. No menospreciar ni maltratar a la mujer, ni con palabras ni con acciones; mucho menos gritarle, o golpearla.

En otras culturas, el hombre camina adelante y ella dos metros atrás de él. En nuestra cultura caminan juntos, uno al lado del otro, si es posible, tomados de la mano. En la iglesia es conocido, apreciado, oído y atendido él; pero debe serlo también ella. Porque es su esposa y la madre de sus hijos. “Como a vaso más frágil” es decir, como “un poco más débil que el hombre”. Algunos le llaman “el sexo débil”. De allí que los trabajos ordinarios están reservados para él.

Él es quien tapa las goteras y repara los daños de la casa y el carro; raja leña. Las actividades más delicadas, como el ornato de la casa, las flores en la mesa y los detalles en los baños le pertenecen a ella. Dios la hizo con una piel más suave y un corazón más tierno; por lo tanto, debe ser tratada como tal. “Como a coherederas de la gracia de la vida” Es decir, herederas igual que él. La gracia de la vida es estar contentos, no pelear, ni discutir por cuestiones necias.

Es ser feliz con lo que tenemos. No envidiar lo de otros. Disfrutar juntos las alegrías y tristezas. Contar chistes y alegrarse mutuamente. Dormir juntos, no de espaldas en la cama. Rodear la mesa y pasarla bien, no importa “que la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no hay vacas en los corrales” (Habacuc 3:17). La gracia de la vida es mantener la seguridad de la salvación para que nuestras oraciones no tengan estorbo y nuestra predicación sea veraz y cristalina.

3. EL PASTOR DEBE PASTOREAR A SUS HIJOS Porque son un regalo de Dios para la pareja. Pastorearlos mediante el buen ejemplo. En palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza (1ª Tim.4:12). Prestando atención inmediata a sus necesidades. He visto a mi esposa “sacar el bocado de la boca”, con tal de que coman los hijos. Uno no compra una camisa por comprársela al hijo. Ellos evalúan si están atendidos o desatendidos. En esto fallamos los pastores, porque su tiempo está comprometido en todas las actividades enumeradas.

Atendemos el rebaño ajeno y descuidamos el nuestro. Existen ejemplos de padres pastores, que fueron exitosos en el ministerio, pero fracasaron con sus hijos. Esto no es nuevo. En la Biblia lo vemos en Elí, Samuel y David. Hoy en día, hay grandes hombres de Dios, pero sin éxito en su casa. Oremos por nuestros hijos como lo hacía Job, cada vez que hacían un banquete, decía: “quizá mis hijos hayan blasfemado contra Dios”. La oración tiene poder.

Puede ser que llegue el día cuando un hijo esté perdido y ya no existe el regaño, reprensión, ni consejo, “pero queda Cristo, a quien mis ojos en el sueño han visto” Demos a tiempo el alimento material y espiritual, mediante el culto familiar y la buena disciplina. Así cumpliremos la gran declaración de Josué cuando dijo: “Yo y mi casa serviremos a Jehová”. Josué 24:15

 *El autor es Superintendente General de la Conferncia vangélica de las Asambleas de Dios de El Salvador.

 

 

 
 

 

INICIO | HISTORIA | MISIÓN Y VISIÓN | SUSCRIPCIÓN | CONTÁCTENOS | WEBMAIL

luzyvida.com.sv © 2018 All Rights Reserved.