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ENTREVISTA CON EL PASTOR CARLOS ALFREDO AGUILAR MÉNDEZ

Por Pastor Cándido Ramírez*

Aprovechando nuestro viaje para preparar el reportaje sobre el “mover espiritual” especial de Dios entre los reclusos del Centro Penal Apanteos, nos encaminamos también con los miembros de la Comisión Editora de LUZ Y VIDA y nuestra reportera, Magdalena Méndez, para visitar en la “Ciudad Morena” –Santa Ana- al casi nonangenario “Patriarca” o –como dice el buen amigo Abel Flores Acevedo, Superintendente General de las Asambleas de Dios de México- un “Generalísimo” de las Asambleas de Dios de El Salvador; ni más ni menos que al Pastor Carlos Alfredo Aguilar Méndez.

Nos recibe junto a su esposa María Isaura Mendoza de Aguilar –hermana “Chagüita”, cariñosamente- y sus hijos Albita y Carlos Alfredo (“Fredy”). Nos adentramos en agradable conversación para “sacarle” sus “secretos” y compartirlos con los lectores de “Vidas que Inspiran.”

Tuvimos que regresar una segunda vez para completar la entrevista. Sin duda, tendrá “mucho de bueno” que enseñarnos. Responde con su característica personalidad afable, acomedida y jovial. A ratos esforzándose para recordar algunas fechas y eventos pasados y auxiliándose con su esposa o hijos. Con una franca sonrisa nos afirma que “la mente mía titubea”, porque “ya tenemos un chorro de años”. “Carlitos” Aguilar ha sido mentor para muchos, incluyéndome.

Fue mi segundo Presbítero de Distrito en Ciudad Arce y, posteriormente, mi segundo Presbítero de Zona en la Zona de Santa Ana. He aquí la síntesis de nuestras conversaciones

CRS: ¿Dónde nació y cuándo? CAA: Soy originario de la Ciudad de Los Ausoles, Ahuachapán. Nací el 9 de julio de 1927. Mi padre se llamaba Dámaso Aguilar y mi madre, Teresa Méndez de Aguilar.

CRS: ¿Cuándo y dónde aceptó a Cristo como su salvador? CCA: Acepté al Señor en la ciudad de Ahuachapán, alrededor del año 1952. Eran los mismos inicios de la Iglesia “Damasco” de las Asambleas de Dios. Mi primer Pastor se llamaba Miguel Ángel Ochoa, hoy ya en la presencia del Señor.

¿Cómo fue su llamado al ministerio pastoral? Soy de oficio zapatero ensuelador. Nos hicimos muy amigos con mi primer Pastor, trabajando juntos como unos tres o cuatro años. Él puso su “chejito”[taller] por allí y me pidió que trabajara con él. Esa cercanía me llevó a involucrarme en la iglesia y luego, ir al Instituto Bíblico Betel, de donde nos mandaron a acompañar al hermano Pablo Finkenbinder en la campaña de fundación de la iglesia “El Santuario” en San Vicente. Eso fue en el año 1956. Desde entonces, aquí estamos todavía. Nuestra vida en el Señor ha sido fructífera, gracias a Dios

¿Cuáles iglesias ha pastoreado? Primero fuimos a San Vicente, donde colaboramos en la plantación de la Iglesia “El Santuario”. Trabajamos alrededor de un año. Luego pasé a otro campo en San Francisco Menéndez, la iglesia “Macedonia”, como otros 7 años. De San Francisco [Menéndez] fuimos a pastorear a la iglesia “Eliam” Ciudad Arce, donde servimos primero seis años, y después de una pausa, nos llamaron de nuevo para servirles otros cinco años. De Ciudad Arce fuimos a pastorear [a la Asamblea de Dios] “Esmirna” en el Cantón San Benito, también de San Francisco Menéndez. Después de servir como miembro del Comité Ejecutivo por doce años, nos enviaron a la iglesia “Betania”, aquí en Santa Ana, donde ya llevamos más de 27 años. Y aquí estamos “vivitos y coleando”, y con deseos de seguir viviendo y [sirviendo] como ministro.

¿Qué significa para usted ser Pastor de las Asambleas de Dios? Exactamente para mí es un honor grande servir al Señor y como ministro ordenado.

¿Qué cargos desempeñó en el Comité Ejecutivo? Trabajé como Presbítero Ejecutivo de las Asambleas de Dios de las Zonas de Santa Ana y Sonsonate.

Cuéntenos acerca de su núcleo familiar. ¿Cuándo contrajeron matrimonio, cómo se llaman sus hijos? Pues, realmente, ya esa historia es “muy remota”. Nos casamos con Chagüita en la ciudad de Tacuba, en octubre de 1953. Nos conocimos, nos casamos...¡y fuimos felices! (¡Reímos!). Tenemos la bendición de que [desde nuestra conversión] nunca nos hemos apartado del Señor. Ella tiene un buen carácter…y yo…más o menos. Nacimos en un ambiente de bastante pobreza; pero Dios nos ha bendecido. Los nombres de nuestros hijos son: Mario Boanerges, Vilma, David I, José Israel, David II, Carlos Alfredo y Albita. Mario Boanerges murió a la edad de veintidós años. También David I falleció. Estamos agradecidos con el Señor porque todos nuestros hijos sirven al Señor.

¿Qué representa para usted la compañía en el ministerio de su esposa e hijos? Bueno, tratamos de no exagerar ni mentir. Tal como han sucedido los eventos, así los contamos. Hemos sentido siempre que la mano del Señor ha estado con nosotros. Una de las bendiciones más grandes que tenemos es que mi esposa ha sido una mujer de oración. Mucho de lo que nos ha sucedido [en familia y ministerio] ha sido en las “rodillas de mamá.” A ella no le gusta que diga esto, pero debemos decir la verdad. (Habla hermana Chagüita): “Para mí ha sido un privilegio, un don, creo, de Dios. Yo le digo a Dios que gracias por la vida de mi esposo. Porque tanta situaciones y enfermedades; pero Dios siempre tiene cuidado de uno.”

Cuéntenos algo acerca de “Fredy”. Sabemos que es su “brazo fuerte” en el pastorado. Sentimos gratitud porque nunca se ha apartado del camino del Señor. Ha sido fiel. Es digno de la confianza. Eso nos da cierto orgullo. Fredy, Israel…todos los hijos están caminando en el camino del Señor. Eso para muchos hijos de pastores es difícil, pues sienten aversión a la iglesia y, por ende, también al ministerio. Porque los miembros a veces hablan mal del Pastor, o hacen ciertas cosas que hieren a los hijos, y eso crea en ellos antipatía y resentimientos. Fredy nos ayuda muchísimo en el ministerio. ¡Debe ser visto, entonces, como Pastor-Hijo! No es sólo el hijo del Pastor. ¡Es un hijo que desempeña ministerio junto con su padre!

¿Cuál es la clave para tener una familia que lo apoye en el ministerio? Un poco difícil mencionar algo. Cada quien tiene sus propios lineamientos. Pero en relación a mi familia y yo, podríamos decir que la fidelidad. Con mi esposa hemos sido fieles desde que nos casamos. El trato entre los esposos y padres es un modelo para los hijos.

¿Qué experiencias agradables ha tenido en el ministerio? Pues, tendríamos varias experiencias bonitas como el haber servido como Pastor, Presbítero de Distrito; pero la mejor es haber servido como Ejecutivo. Imagínese que somos una gran multitud de pastores y, de entre esos, unos poquísimos tenemos el privilegio de ser electos Ejecutivos. Doy gracias a Dios por eso.

¿Cuáles han sido algunas de las luchas más fuertes que ha vivido en el ministerio? Trabajar con personas es difícil. Como dice el dicho: “cada cabeza es un mundo” y dirigir esos “mundos”, especialmente, esas “cabezas y esos mundos”, llamado Cuerpo Oficial no deja de ser complicado. Doy gracias a Dios que nunca he tenido “escaramuzas” con ninguno de ellos. Yo los he respetado y ellos también a mí. Otra situación fue superar el dolor del fallecimiento de nuestro primer hijo, quien murió a los veintidós años de edad. Me ayudó el aceptar que nada sucede sin la voluntad del Señor.

¿Cómo se logra esa armonía con el Cuerpo Oficial? Hay muchas cosas que vendrían al caso, pero primordialmente la comunión con Dios. La vida espiritual es el reflejo de la gracia de Dios. Así el Señor nos ayuda, prometiendo: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.

¿Hay algún ministro o misionero a quien admira o admiró y por qué? Hay varios pastores que merecen mi admiración. Pero dentro de ese núcleo, hay un núcleo más pequeño que tienen algunas virtudes. Entre ellos se destacan hermano Jeremías Bolaños porque es un hombre sociable, buen ministro, de trayectoria nítida como hombre de Dios. Es un ministro especial. También Alfredo Menéndez, Pastor en Sonsonate, recto, humilde y fiel.

¿Qué debería hacer un ministro para tener una larga trayectoria ministerial como la suya? Es una pregunta con varios arraigos. En primer lugar el ministro no debe ser orgulloso, porque eso constituye un daño. El Pastor debe ser amoroso, entregado a la gente, entregado a la esposa y a la familia. Debe llevar una vida fiel delante de Dios. Eso debe demostrarlo en la congregación. El honor de ser ministro de Dios sobrepasa toda buena posición social, aun a la del Presidente de la República, aunque en la sociedad no lo reconozcan así. Debería ser fiel en tres aspectos: 1. Constancia en la vida de oración; 2. Fidelidad en la vida conyugal. Con mis esposa tenemos ya como “cien años de estar casados”, ¿verdad, Chagüita? (¡Se ríen con entusiasmo!) y aquí estamos. Yo la he respetado toda la vida e igual ella a mí, 3. Fiel al Señor y a la congregación [que dirige].

¿Qué diferencias ve entre las Asambleas de Dios de veinte años atrás y las de la actualidad? 1. Eso se puede vincular más que todo a cada hombre (personas) 2. Se requiere un esfuerzo personal. El servicio que damos al Señor debe nacer en el corazón. 3. Diría que veo a muchos ministros que se dedicaron por completo al ministerio, aun renunciando a sus oficios o modos de vida. Lo cual no es muy frecuente hoy.

¿Cuál sería su mensaje para esa nueva generación de pastores Diríamos que hay muchas cosas que podrían mencionarse, pero destacaré la fidelidad que debe tener un Pastor 1. Una vida de comunión es muy importante. Evitar el daño que le hacen a su vida los que son orgullosos y miran de menos a los compañeros en el ministerio y a la gente. 2. Que busquen el respaldo del Señor. Un ministro puede ser alegre e inteligente, pero sin ese “respaldo del Respaldo”, no avanzará mucho.

 *El autor es miembre de la comisión Administradora de Revista LUZ Y VIDA.

 

 

 
 

 

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