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FROILAN HUEZO:
Pionero de las Asambleas de Dios en San Salvador

Por Oscar Enrique Barillas*
barillasenrique@gmail.com

 

Hablar de arrojo, valentía, dedicación, compromiso y decisión es referirse a los elementos necesarios
para proclamar el evangelio. Eso y mucho más fue necesario en los años anteriores a la década de los ochentas en El Salvador. En la capital también se necesito de hombres con dichas características. Froilán Huezo  fue uno de aquellos paladines de la fe y la predicación, quien dedicó cincuenta y siete años de su vida al ministerio de la predicación. He aquí su relato:
                 
 “Fue en el año de 1925, por el mes de abril, en la situación más difícil de mi vida, a causa de mi pecado por haber quebrantado las leyes de mi país. Hice un intento por abandonar mi patria y mi familia. Salí rumbo a la costa norte de Honduras hacia la casa de mi cuñado Pablo Opico. Me ocultó en ese lugar durante tres meses. Mi cuñado se había convertido un año atrás y me habló del evangelio. Después de unos días con él, decidí ir al culto, donde escuche por primera vez el mensaje de la Palabra de Dios. Quede tan impresionado y convencido que decidí entregarme a las autoridades, lo cual no      sucedió, pues mis padres pagaron un abogado; y, dos meses después recibí la carta de libertad.


“En el mes de octubre asistí por segunda vez a un culto evangelístico. Fue un día glorioso para mí. A las diez de la mañana entregué mi vida en las manos del Señor. Sufrí el desprecio de mi familia por haberme hecho creyente. Mi madre me recibió con ultrajes muy horrorosos. Me entregué con más anhelo al Señor, sabiendo que aunque perdía a mi familia y bienes terrenales ganaba lo mejor, a Cristo.


“Seis meses habían transcurrido desde mi conversión cuando fue llamado a predicar mi primer sermón. En mi primer mensaje usé el mismo texto que el predicador había usado cuando yo me convertí. Mi pastor me instó a que me bautizara para entregarme al ministerio. Me sentí muy alegre.


 (Días antes) “Tuve este sueño: Me vi caminado hacia el bautisterio acompañado de veinte hermanos y el que nos guiaba era un personaje desconocido. Al llegar cerca de una piscina caí muerto y vi que todos pasaban sobre mi cuerpo; luego pasó el personaje que nos guiaba y me tomó de la mano y me condujo al bautisterio. Al salir del agua fui conducido por el mismo personaje hasta el lugar en donde había caído muerto. Allí comenzaban unas gradas que nos condujeron hasta unas habitaciones de paredes blancas. Había una mesita donde estaban sentados dos ancianos. De pronto el personaje que me llevaba desenrolló un pergamino para que yo lo leyera…sólo pude leer ‘Evangelio según San Juan’. Los ancianos inclinaron sus rostros como señal de aprobación. Seis meses después fui bautizado, tal como lo vi, con veinte hermanos más.


“Abandoné mi pueblo y fui a morar a uno desconocido, donde con gozo seguí la carrera cristiana. Comencé mi preparación eclesiástica en el año 1927, en el Instituto Teológico, representado en El Salvador por don Ismael Mauro. Más tarde este instituto fue dirigido por el renombrado pedagogo, don José Delgado de nacionalidad puertorriqueña. Ejercí mi primer ministerio en la Iglesia Bautista de la ciudad de Apopa.


“Habiendo muerto mi esposa contraje segundas nupcias en el año 1933, a la edad de treinta y siete años, con la hermana Mercedes Sosa, de veintiséis, originaria de Apopa. Procreamos ocho hijos.


“Las pruebas llegaron, pero con la ayuda de Dios salimos adelante. En el mes de mayo de 1936 me vi obligado a renunciar de mi pastorado en la Iglesia Bautista de Apopa. La iglesia entera me pidió que les siguiera predicando. Accedí a fuerzas de ruego, manifestándoles que no podíamos seguir solos, que era necesario llamar otra iglesia evangélica para anexarnos a ella. Los hermanos acordaron que yo viera lo mejor por la Obra. Fue así como llamé a un Pastor pentecostés (sic), quien nos predico por unos días y después, no satisfechos, acordamos llamar al dirigente de la obra de las Asambleas de Dios; haciéndose presente el hermano Francisco R. Arbizú. Se hizo una organización provisional, los arreglos y reconocimientos debidos, haciéndose constar en acta levantada que quedaba anexada a las Asambleas de Dios, en el año 1939.


“Empezamos a predicar en casa de la hermana Elena de Alas, donde aceptaron a Cristo muchos, entre ellos los esposos Melgar. Creció la membresía y con ello la necesidad de una casa de oración; así fue como se traslado al Mesón Colorado, La Garita, San Salvador.


“Se fundó la primera iglesia de las Asambleas de Dios en San Salvador con el nombre de “Elim”. Meses más tarde se celebro un curso bíblico de estudios breves. Estudiamos seis hermanos. Un año más tarde Dios en su infinita misericordia me bautizó con su Espíritu Santo. También fui promovido al pleno ministerio. Un año después, en la Asamblea General, fui nombrado Presbítero del Distrito de San Salvador, cargo que desempeñé durante varios años. Viajé juntamente con los esposos Wilkin, primeros misioneros que llegaban a San Salvador. También viajé al norte y oriente del país, llevando el mensaje de salvación a las almas perdidas. En Tejutla fuimos apedreados, pero no nos detuvimos y seguimos predicando en La Palma, Gramales, San Ignacio y muchos lugares más.


“Por el año de 1942 se pudo llevar a cabo la Primera Confraternidad de la iglesia “Elim”. Habiendo recibido el ministerio de parte de Dios, tuvimos que sembrar con lágrimas, pues sabíamos que segaríamos con regocijo.  

  
“En esos tiempos se predicó el evangelio a como hubo lugar. En San Antonio Abad se nos abrió la puerta por medio de un creyente que cedió su casa para la predicación. Aprovechando esta oportunidad hicimos el evangelismo con hermanos fuertes en la fe. Fuimos bloqueados por el clero cruelmente. Esto por varios meses para que no predicáramos ahí la Palabra”

 

 

*El autor, casado con la Profesora  Mercedes de Barillas, ha procreado tres hijos. Desempeñó el cargo de Presbítero Ejecutivo por varios años en la Conferencia y hoy se dedica a la enseñanza e investigación. Tiene varios trabajos sobre la historia de las Asambleas de Dios en El Salvador y otros sobre  historia secular salvadoreña. Trabajó también como miembro de la Comisión de “Luz y Vida”   

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 

 

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