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UNA PROPUESTA PARA LA UNIDAD PASTORAL

Por Rev. Ovidio Rivera*
ovidiorivera@luzyvida.com.sv

 

“Que de nuestro corazón sólo broten palabras edificantes que contribuyan a la paz y a la armonía en la iglesia del Señor”. Estas son las palabras del Reverendo Jeremías Bolaños, Superintendente General de las Asambleas de Dios de El Salvador, al dar la bienvenida a los pastores y delegados asistentes a la septuagésima novena (79ª) Asamblea General, en el mes de enero de 2009. Con estas palabras se declaró al presente el Año de la Unidad.

Las palabras que introducen este escrito contienen la excitativa del hermano Bolaños a los pastores para trabajar de modo que se logre una verdadera unidad en el cuerpo pastoral de la Corporación. Los pastores debemos empujar esta práctica, no solamente con sermones y llamados desde el púlpito, sino con lo que a veces no es tan fácil hacer: el ejemplo.
Debemos estar unidos como un equipo que se dirige a la misma meta, que trabaja por los mismos resultados, que está ganando almas para el Reino de Cristo. Si cómo hemos trabajado, hemos crecido espiritual y numéricamente, con más de mil quinientas iglesias y más de dos mil trescientos pastores acreditados, sin duda, trabajando con mayor unidad alcanzaremos más. Así lo confirman las pláticas con otros consiervos que también pertenecen a la Conferencia y que aman el desarrollo eclesiástico.
Son por lo menos tres áreas en las que debemos poner en práctica la unidad:

1. LA UNIDAD ESTRUCTURAL

Nuestra Corporación tiene un gobierno semi-autónomo. Eso nos da mayor margen para crecer y oportunidades para aplicar todos los métodos y estrategias de evangelismo y discipulado que mejor nos funcionen, siempre y cuando se apeguen a la Palabra de Dios y no violenten  la armonía institucional.
Nuestra estructura administrativa, con dos reuniones anuales de trabajo y motivación, a las que asiste todo el gremio pastoral y las dos reuniones mensuales (Sesión de Avance y la reunión de distrito), proveen el mecanismo para establecer un equipo de unidad y armonía. Lo único que debemos hacer es aprovecharlo un poco más.
Desde los pastores hasta el miembro de una asamblea local en cualquier parte del país deberían conocer y entender nuestra administración, unirse a los objetivos de la Corporación y trabajar para el alcance de los mismos.

Las Asambleas de Dios tienen objetivos claros que alcanzar -y lo mejor-, también tienen los recursos para lograrlos. En mi libro “Tiempo de Retos”, describo una serie de recursos que poseemos y que no hemos explotado. De nuevo los planteo: No veamos los vacíos en las personas, veamos los vacíos que pueden llenar las personas.
Cada pastor debe mantener plena comunión con los líderes nacionales, con su Presbítero de Zona, con su Presbítero de Distrito; y por supuesto, con sus compañeros pastores. Un ministro que no se relaciona con sus líderes y colegas se descontinúa y no sabe de los avances en la Obra nacional. A raíz de eso se queja del sistema, pero al mismo tiempo se aísla, no quiere darse cuenta que su falta de unidad es la que le priva de conocer los avances y acuerdos que le favorecen. Cuando quiere hacer un evento o montar una estrategia de trabajo, no tiene a quién pedirle ayuda, pues se ha apartado de sus compañeros de milicia. Por falta de comunicación o por pena no se acerca en el momento de necesidad, aduciendo que los demás creerán que sólo los busca en esas circunstancias. Va en busca de la ayuda con ministros que se definen como independientes, que bautizan sin autorización de alguien, casan sin ordenamiento ni investidura de un líder, no pertenecen a una iglesia legalmente establecida y no les gusta rendir cuentas.

¿Se puede aún recuperar la unidad que se ha perdido? Sí. Y mejor aun, ¡nos conviene a todos! Le conviene a la obra de Dios y nosotros nos sentiremos mejor.

2. LA UNIDAD EN COMPAÑERISMO

El salmista dijo que es bueno y delicioso habitar los hermanos juntos y en armonía. La armonía significa vivir y trabajar en unidad y buena coordinación. El trabajo es más ameno y más fructífero por el compañerismo. Quizá más de una vez y por diversas razones hemos tenido desacuerdos con otro ministro de Dios; diferencias que por nuestra calidad de lideres espirituales deberíamos haber superado con una conversación conciliatoria, en la que cada uno haga su parte restauradora. ¿Acaso no sería esta nuestra recomendación a las personas que están bajo nuestro cuidado espiritual?

La Conferencia tiene un equipo de trabajo capaz de hacer mayores cosas que las que ya se han logrado. Poseemos la capacidad, potencial humano y material. Son miles los líderes y más de dos mil pastores; agreguemos a ello los edificios y propiedades. Usemos esas herramientas para lograr grandes cosas, pero, comencemos por lo básico: el compañerismo. Unidos será mejor. Tenemos potencial, lo que falta es unidad.
 Llega el tiempo cuando un compañero líder o pastor estará en apuros y pasando por terribles conflictos, ese es el momento de ayudarle. Todos necesitamos estímulo, que nos den palabras de ánimo, que nos escuchen y nos den una mano. Alguien podría objetar: “Pero, ¿cómo, si no permite que nadie se le acerque para apoyarlo?”. Comencemos allí, rompamos el cerco, acerquémonos a él. El más indicado para ayudar a un ministro es otro ministro que hace,  piensa y sufre igual, y que se goza por lo mismo.
  
¡Qué bueno que en varias partes del país se están formando “asociaciones pastorales”! Son varios los grupos existentes, y algunos tienen nombres muy peculiares (doy gracias a Dios porque pertenezco a uno de ellos). ¿Para qué estos grupos? Para platicar, soñar juntos, reír y a veces hasta llorar, o sencillamente para comer algo o tomar un café. Esto es saludable. David declaró que era bueno y delicioso.
Permítame proponerle: únase a los pastores de su zona o de su distrito para estar juntos un poco más. No salga corriendo inmediatamente termine la reunión de trabajo mensual: quédese, salude y conviva con los que trabajan igual que usted; no dude, algo nuevo va a aprender.

3. LA UNIDAD EN LA BUSQUEDA DE DIOS

Esta propuesta se cierra con lo espiritual, área en la que también necesitamos estar unidos. Desde hace más de veinte años un grupo de pastores de la Conferencia se reúne mes a mes para celebrar tres días de ayuno y oración. Este tiempo de búsqueda de Dios inició con un grupo de ministros de la zona norte del país. Al paso del tiempo se han unido pastores de diferentes áreas, incluyendo un grupo del occidente de la república de Honduras. Conozco de cerca los resultados. Además de la bendición espiritual obtenida, ha motivado a líderes y pastores para ir a trabajar en diferentes iglesias y ministerios. Es tan fuerte el respaldo del Espíritu Santo cuando nos unimos en ayuno y oración, que después de una de estas reuniones uno se siente renovado.

Muchos ministros no sólo se han distanciado de las reuniones y convocatorias nacionales y distritales, sino que han dejado muchos años de orar junto a sus compañeros. ¿Que pasó con aquellas iglesias cuyos pastores se unían para celebrar vigilias de poder y campañas de aviamiento espiritual en las que el Espíritu Santo bautizaba a cientos de creyentes? Poco a poco se han ido extinguiendo y junto con ellas el crecimiento espiritual.
 El crecimiento numérico es bueno. Soy un impulsador del crecimiento de la iglesia en general y en especial de la congregación que Dios me permite pastorear. Pero el crecimiento en cifras no es la base de la extensión del reino de Cristo aquí en la tierra. La Iglesia existe para desarrollar vidas espirituales, no sólo creyentes identificados con una congregación. El crecimiento en cantidad no es suficiente.

De pastores que estén de acuerdo, que hablan un mismo idioma en el crecimiento espiritual y que se unen buscando la llenura del Espíritu Santo, tendremos iglesias llenas del poder de Dios. ¡Que vuelvan los días de las jornadas de ayuno y oración de los que los promotores y asistentes sean los pastores y los líderes de nuestras iglesias! El día que nos unamos para orar con los mismos propósitos vamos a ver la mano de Dios a favor de nuestras vidas, familias y ministerios.
No dejemos que se pierda la unidad del nuestra amada Corporación. Que las semanas de conferencia y retiro anuales sean un aliciente para llenar nuestras vidas con los testimonios y motivación de nuestros colegas. Aprovechemos las sesiones de avance ministerial cada mes y las reuniones de distrito. Hagamos de ellas una verdadera oportunidad para fomentar la unidad pastoral, esa que tanto necesitamos y nos conviene cultivar y conservar.

Nunca en la historia de la Iglesia había sido tan necesario estar juntos como hoy que sabemos que el Príncipe de los Pastores ¡viene pronto! 

 

*El autor es escritor, Pastor del Templo Cristiano Candelaria de las Asambleas de Dios en San Salvador y Miembro de la Comisión Nacional de esta Revista.

 

 

 
 

 

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