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LAS FINANZAS DE LA FAMILIA DE UN LÍDER

Por Fidel Antonio Molina*

El consejo de San Pablo es apropiado para el tema abordado, él dijo de su propia experiencia: “Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre; así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Filipenses 4:12,13.

Ejemplo digno de imitar por todo líder cristiano. No siempre hay pobreza, también hay abundancia y en esos días de bendición, debemos prepararnos para cuando venga la necesidad. ¿Qué hacer?

1. No gastar más de lo que recibimos. De lo contrario adquiriremos deudas que en muchas veces nos será difícil salir de ellas, y nuestro testimonio como ministros va a ser pisoteado. Las deudas son una carga pesada en la vida del Pastor. Ningún Pastor es feliz al predicar tras el púlpito, cuando al frente tiene a las personas a quienes les adeuda. Lo aconsejable es no adquirir nada al crédito, ni prestar dinero para cubrir necesidades personales o de la familia y, peor aún, cuando se está consciente que no va a poder pagar.

2. Confiar en Dios como lo hizo San Pablo. 1ª Corintios 9:14 “Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio”. Dios proveerá; él tiene cuidado de los que le sirven; no es necesario endeudarse.

A Elías unos cuervos le llevaron pan y carne, ¿Quién se los envío? Jehová Dios, ¿No hará lo mismo con nosotros sus siervos? El hermano José Irene Granados solía contar que un día amanecieron sin comida para ellos y sus niños, y como a las nueve de la mañana los pequeños comenzaron a llorar de hambre. Su esposa, la hermana Graciela, les dijo: “Les voy a hacer tamales para que coman”, se fue a la huerta a cortar las hojas, les preparó y simuló tamales y puso la olla con agua en el fuego y allí echó los supuestos tamales. --“Mamá, ¿ya van a estar los tamales para que comamos?”, preguntaban los niños. –“Ya van a hervir hijos, ya vamos a comer”--, contestaba; en eso llegó una señora con una canasta sobre su cabeza y le dijo: “Niña Chela, anoche fue el cabo de año de mi mamá y no llegó gente, aquí le traigo lo que hicimos”. Dios proveyó de esa forma los tamales. Para ese entonces, los esposos Granados pastoreaban en la Iglesia de San Benito, La Costa.

Cuando lleguen esos momentos de pobreza, confía en Dios, espera en él y él hará. Adquiere el compromiso de no endeudarte y no lo quebrantes. Esta debe ser la regla del Pastor. Algunas veces habrá inconvenientes y se necesitará abnegación para apegarse a ella; no obstante, será recompensado al verse libre de la ansiedad y humillación que ocasionan las deudas; tendrá una conciencia tranquila y no habrá causa de fracaso en el puesto pastoral.

3. Administra bien el dinero que recibes. Hay que hacer un presupuesto de inversión. De lo recibido, lo primero es dar el diezmo y el 90% restante será para cubrir necesidades. Dios nos da entendimiento para saber qué es necesario y qué no. Todo Pastor tiene un “tiempo de oro”; hay que aprovecharlo y planificar un programa de ahorro, aunque sea un dólar mensual. Increméntalo de acuerdo a los ingresos y haz de cuenta que ya se gastó.

Con el tiempo tendrás lo necesario para hacerle frente a cualquier situación o para adquirir una propiedad. No olvidemos que nuestra esposa e hijos dependen de nosotros, tenemos que proveer para sus necesidades; el descuido es imprudencia. Si aprovechemos ese tiempo, nunca faltará nada en la familia pastoral. De la misma manera que vivimos en pobreza, aprendamos a vivir en riqueza; seamos humildes, sirvamos al Señor con nuestros bienes, y ayudemos a los necesitados. No olvidemos que cuando nos muramos, todo quedará acá; en la mortaja no ira nada… ¡hasta los dientes de oro le quitan al cadáver! El consejo del apóstol es válido. “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación”. Filipenses 4:11.

Eres pastor de una iglesia donde las entradas financieras son pocas, sirve con alegría de corazón, porque lo haces para el Rey de Reyes y Señor de Señores, y “cuando aparezca el Príncipe de los pastores recibiréis la corona incorruptible de gloria.” Y si ministras una iglesia donde las finanzas son abundantes, da gloria a Dios. Si no tienen alfolí, lo mejor es implementarlo…¡esa es la regla bíblica! Malaquías 3:10. De esta forma te beneficias tú y la iglesia siempre tendrá fondos para mejoras del templo; si no hay alfolí y los ingresos son fuertes, estarás obteniendo ganancias deshonestas, es decir, recibirás más de lo que necesita tu grupo familiar.

Leí que en una iglesia pequeña el pastor debe de vivir con el 70% de los ingresos, en una mediana con el 40% y en una grande con el 20%. Me parece justo.

LA ADMINISTRACIÓN DE LAS FINANZAS DE LA IGLESIA

Inicio esta parte con un consejo serio. “El pastor no debe guardar dinero de la iglesia”. Un hermano mal intencionado lo puede acusar de malversación de fondos. En los años de ministerio que llevo, me he dado cuenta de colegas que han tenido problemas por guardar fondos de la iglesia y algunos hasta han perdido el ministerio.

LO CORRECTO: Hay que elegir un tesorero que sea honesto y dé un reporte mensual al Cuerpo Oficial. Toda ofrenda y diezmo debe ser contado por él y un diácono, o el secretario de la iglesia como testigo. Todo ingreso y egreso deben ser anotados en el libro de contabilidad con su fecha respectiva. El saldo debe ser guardado en el banco con dos firmas y así el pastor no tocará dinero de la iglesia, más que el que le dan como sueldo. Cuando hay una buena administración, Dios bendice los fondos de la iglesia; los miembros colaboran con toda confianza y el pastor tiene un ministerio de mucha bendición.

La práctica de estos consejos permitirá que ya no hayan pastores endeudándose. Serán buenos administradores de lo poco o mucho, que la iglesia les dé para su sostén y no trabajarán como maestros de Biblia o cualquier otro empleo y, sobre todo, la iglesia confiará en su buena administración y siempre proveerá a las necesidades. La obra es de hombres de fe en las promesas de Dios.

 

 *El autor cuenta con una trayectoria pastoral de más de cincuenta años, de los cuales ha dedicado más de cuarenta a la Asamblea de Dios “El Jordán” de la ciudad de Mejicanos.

 

 

 
 

 

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