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LAS DIEZ EXCUSAS MAS COMUNES PARA NO DIEZMAR

Por Oscar Ovidio Rivera*
ovidiorivera@luzyvida.com.sv

 

Consagrar los diezmos es una práctica del pueblo de Dios por orden divino. Desde los tiempos antiguotestamentarios, pasando luego a los cristianos de la Iglesia del Nuevo Testamento y continuada después del cierre del canon bíblico, para todos se estableció este sistema para el mantenimiento del santuario y para cubrir las necesidades de los servidores.


Génesis 14:20 dice: “y le dio Abram los diezmos de todo”. Esta es una clara muestra de que se practicó desde los tiempos patriarcales. Aunque en este caso no haya mayores detalles, evidencia que el diezmo era una práctica de los hijos de Dios en esos remotos días.


Malaquías (450-420 a.C), ventiló la falta que cometían los hijos de Dios al ser infieles en la consagración de sus diezmos. Este libro presenta la contienda entre Dios y los infieles, a quienes, Él trató drásticamente tildándolos de ladrones. Además, Dios les dijo que su rebeldía les acarreaba maldición sobre maldición, y era la causa de la quiebra de sus economías. Para motivarlos a que retomaran la práctica sagrada, Dios les dijo que les abriría las ventanas de los cielos y serían ampliamente bendecidos. Esta gente se negaba a dar sus diezmos y para defender su pecado presentaban una buena cantidad de excusas. Hoy, de la misma manera, los diezmos son necesarios para sufragar las necesidades de la iglesia. De ellos, se pagan los servicios básicos y el sostén del Pastor y su familia.


Pero sólo un bajo porcentaje de los miembros de la iglesia consagran con fidelidad sus diezmos. Se alimentan espiritualmente en la iglesia, pero ellos no la alimentan a ella para que cubra sus gastos en los proyectos de extensión. Excusas, es lo que la gente tiene ante la obligación de cumplir con este mandato divino. He aquí algunas.

  • Tengo deudas. Estos son compromisos que se adquieren, en ocasiones innecesariamente y se vuelven la barrera que impide consagrar los diezmos a Dios. Toda persona desea salir de sus deudas; primero, porque minimizan su dinero disponible y, segundo, por los desconsiderados intereses que se deben pagar. Esto es cierto, especialmente cuando hablamos de tarjetas de crédito, cuyos intereses se comen despiadadamente las utilidades de sus usuarios. Los cristianos no deberíamos tener deudas, pero las tenemos, desgraciadamente. Estas podrían ser una representación del devorador de quien habla Malaquías. Puesto que los intereses es dinero perdido, dinero que costó ganar y que no se puede disfrutar. No consagrar los diezmos estableciendo como excusa las deudas es ponerse bajo la esclavitud de ellas, porque el único que puede sacarnos milagrosamente es Dios. Pero si no se es fiel, Él se sale del asunto y nos deja bajo el dominio tenebroso de las deudas. Porque la promesa de reprender al devorador y bendecir financieramente hasta que sobreabunde es en recompensa por la consagración fiel de los diezmos y ofrendas.
  • Ayudo a los pobres. Ayudar a los pobres es una obligación de los cristianos, y en la medida de lo posible lo debemos hacer. Pero no desviando los diezmos. Algunos cristianos que se sienten como Robin Hood, repartiendo dinero a los pobres; pero no dan del suyo, sino que reparten los diezmos que le pertenecen, según decreto divino, a Dios. La décima parte de nuestras ganancias está de antemano reservada. Quien reparte a los necesitados, bien hace. Si después de apartar los diezmos deja una porción para dar a los menesterosos, no dude que será bendecido. Sin embargo, al repartir los diezmos de la manera no establecida, actúan en contra de los principios divinos, lo que podría traer como resultado la desprotección a la economía. Ante el llamado divino de traer los diezmos al alfolí debemos obedecer con fidelidad y Dios multiplicará nuestras finanzas para cubrir nuestras necesidades y para ayudar a los necesitados.
  •  Nadie me lo agradece. Algunos cristianos se sienten estimulados cuando se les reconoce por el esfuerzo de entregar sus diezmos con regularidad, y estarían contentos si el Pastor les diera una atención especializada. Todos tenemos la responsabilidad de sostener la obra de Dios con nuestros diezmos, Dios lo ha ordenado  y Él recompensará. No somos fieles a nuestra para que nos agradezcan pública o privadamente, lo hacemos, porque la Palabra nos dice que la fidelidad a nuestros compromisos financieros para con la iglesia nos hará recibir una lluvia de bendiciones materiales sobre nuestra economía y sobre nuestra familia. Quienes se excusan así es porque necesitan maquillar  su pecado ante Dios y ante la gente.  Ellos incurren en una doble falta delante de Dios: Pecan por la infidelidad y por defenderse tras una excusa que incrimina a otros. Culpan a los administradores de la iglesia de ser el obstáculo que les impide su fidelidad; pero no somos los administradores de los recursos quienes los recompensaremos. Podemos dar una palabra de agradecimiento, nada nos cuesta, pero el hecho de que a veces no se haga, no debe ser obstáculo para que no consagrar los diezmos. Esto sólo es una excusa más por la rebeldía ante dicha responsabilidad.
  • Siempre se me olvida. Una excusa hasta cierto punto creíble, pero no aceptable. Es posible que haya un olvido en este asunto por una mala priorización en la administración sabia de nuestras finanzas. ¿Por qué no se olvida comprar la alimentación para la familia?, ¿por qué no olvida los pagos de servicios públicos, impuestos y otros? Porque son compromisos a saldar. ¡Los diezmos también!  Al olvidarlos se está desestimando la ordenanza de Dios para el sostenimiento de la iglesia. Otro elemento es la falta de disciplina de la persona, lo que le puede llevar a resultados catastróficos. Un administrador desordenado tendrá calamidad aunque gane mucho dinero. Además, es muy extraño que olvide dar los diezmos todas las veces que recibe su salario. Pudo haber sucedido una vez, pero tres o más en cadena es imposible. No se le puede creer a una persona que tal irresponsabilidad sea producto del olvido. Un factor más podría ser la misma obra de Satanás. El enemigo, con el objetivo de desestabilizar su economía y llevarlo a la quiebra, va a provocar que se le olvide y que le parezca sencillo excusarse: lo olvidé.
  • No me alcanza el dinero. ¿Por qué? Esta es la pregunta del millón. A los infieles se debe preguntar, por qué el dinero no les alcanza y tienen que pedir prestado cuando llega el fin de mes.  Los treinta días del mes están en continua zozobra y tratando la manera de salir adelante para no hundirse. Los hijos se enferman o ellos mismos. Pagan multas y el dinero se les esfuma, como si no hubiera una barrera de protección y viven en continua amargura. ¡Ahí está la obra del devorador citado en Malaquías 3:11. Este devorador hace desaparecer el dinero, provoca pérdidas, esterilidad en las cosechas, enfermedades y que el dinero sea gastado en lo que no aprovecha. Debe quedar claro que esta no es la voluntad de Dios; Él quiere que seamos bendecidos; pero estableció que la manera para tener abundancia es a través de la consagración fiel de los diezmos. Así será siempre, y es mejor que nos vayamos acostumbrando. Él hará la labor poderosa de reprender al devorador para que nuestra economía quede libre de semejante maldición. Rompamos la cadena de la excusa que el dinero no alcanza, es falsa, el dinero alcanzará si se comienza apartando antes el diez por ciento que debemos consagrar para Dios.
  • Nadie sabe si lo hago o no. Se esconden del control administrativo de la iglesia pensando que diezmen o no nadie se entera. Se hacen pasar como cristianos fieles. El que piensa de está manera, está llevando conscientemente sus finanzas a un fracaso silencioso, que terminará cerrando por completo las ventanas que Dios prometió abrir, y se quedará cosechando nada. Terminará alimentando sólo el vientre del devorador. Si la administración de la iglesia no tiene un sistema de control para publicar quienes diezman y quienes no, Dios SÍ lo sabe, y es ÉL quien dijo que bendeciría al fiel y castigaría con maldición sobre maldición a no lo haga. Es cobardía esconderse de los registros contables de la iglesia, pues delante de Dios nadie puede esconder su infidelidad. Si sus líderes no lo saben, Dios sí.
  • Mis ganancias no son suficientes. Se comprometen que cuando su condición económica mejore serán el pilar más fuerte para el sostenimiento de la obra de Dios. Lamentablemente cuando lo alcanzan no son fieles en diezmar. Es una excusa más, porque el que no es fiel en lo poco, menos en lo mucho. Si hoy que tiene entradas módicas no da su diez por ciento, no lo hará cuando supere las ganancias actuales. Recuerdo a una hermana muy querida que me dijo: “Estoy por cobrar mi indemnización” (una fuerte cantidad de dinero) “y al recibirla diezmaré con fidelidad”; lo repitió una y otra vez. Pero nunca dio nada a la obra como lo había prometido. Poco después compró un microbús nuevo que costaba mucho dinero (el que había robado de los diezmos que le pertenecían a Dios). Pocos meses más tarde le robaron el vehículo. Si ella hubiese cumplido su compromiso con Dios, nada terrible habría pasado. El cristiano debe dejar en las manos de Dios su futuro, si quiere que llegue esa bendición a esperada. Cuando más la necesita, mas necesita ser fiel a Dios con sus diezmos; gane poco o mucho. Dios no pide más de lo establecido, la llave para la bendición es el diez por ciento de lo que ganamos. Nadie está satisfecho con lo que gana, es una actitud del ser humano. Por lo tanto, la excusa de que no gana lo suficiente, no es válida.
  • Hay otras necesidades que cubrir. En este tiempo de crisis, hasta las empresas multimillonarias resienten la ferocidad de la recesión. Esto sería casi como decir: “En otro tiempo sí alcanzaba para los diezmos, hoy con tanta necesidad, ya no”. Todos tenemos múltiples compromisos que cubrir, de carácter familiar, personal y de otra cantidad de demandas que poseemos. Dios estableció la consagración de los diezmos para sanar nuestra economía. No da el que tiene, si no el que es fiel.  El cristiano fiel debe tener en el orden de prioridades el pago de los diezmos. Antes que nada, debe apartar el diez por ciento establecido, luego cubrirá los demás compromisos. Cuando no se hace así, no se da lugar al milagro de Dios, él no puede operar, porque se dan “si acaso sobra”. Dios dijo: probadme ahora en esto, quiere decir que podemos echar a andar la fe y él hará milagros y maravillas de provisión. Esta excusa sólo refleja la pobreza de fe e irresponsabilidad que tiene el que argumenta que “no le sobra para Dios”.
  • Lo haré cuando mi economía mejore. ¿Cuándo? Nunca quizás. El cristiano tiene lineamientos claros establecidos por Dios. No es trabajando de sol a sol que vamos a tener la bendición anhelada. Los cristianos debemos estar conscientes que nuestra bendición y prosperidad viene de Dios, él ha prometido suplirnos conforme a sus riquezas en gloria. No es por el gran esfuerzo que hagamos trabajando sin descansar, y hasta forzando el cuerpo más de lo que aguanta. El que es fiel a Dios será prosperado y el infiel recibirá calamidades por robarle a Dios en sus diezmos y ofrendas. Los días que se avecinan proféticamente no son favorables, son peores a los que estamos viviendo; por lo tanto, nadie puede augurar éxito financiero. La clave para la prosperidad tan anhelada es ser fieles a Dios, descansar en las promesas de Dios nuestra economía. Dios ha prometido bendecirnos hasta que sobreabunde; hagámonos acreedores de esas bendiciones. Nunca es poco dinero los diezmos que damos. Dios no premia la cantidad, sino la fidelidad y obediencia.
  • No hay un estimulo de parte de quienes administran los diezmos. Esta es otra excusa mal intencionada. La usan para justificar la poca responsabilidad hacia la obra de Dios. Nadie de los bendecidos por Dios ha sido fiel por recibir estímulos o premios. Simplemente le creyeron a Dios, diezmaron y fueron premiados con abundancia y estabilidad financiera. Haber puesto en práctica la fidelidad a Dios les abrió las puertas de la prosperidad. Los estímulos son buenos si se usan con moderación. Los líderes tenemos de alguna manera la obligación de estimular a toda nuestra iglesia, pero él cristiano no debe ser fiel por amor al estimulo o por se le reconozca. Sea estimulado o no, su deber es dar sus diezmos. Más que un estimulo, la recompensa viene de Dios con salud en nuestra finanzas.

 

*El Pastor Ovidio Rivera dirige la Asamblea de Dios del Barrio Candelaria en San Salvador. Es miembro de la Comisión que dirige LUZ Y VIDA.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 

 

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