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EL SALVADOR:
Cuna de Un Mensaje a la Conciencia

Por Oscar Enrique Barillas*
barillasenrique@gmail.com

 

En 1955, cuando el Hermano Pablo, había trabajado doce años como misionero en El Salvador y movido por la mano de Dios, decide usar la radio como medio de evangelización, a pesar del alto costo de los espacios radiofónicos y la falta de experiencia en el medio. Se comunica con YSU y contrata un espacio de quince minutos.

Durante la primera época de transmisiones, su programa sale al aire con el nombre de: “La Voz Evangélica de las Asambleas de Dios”. Poco a poco el programa se fue extendiendo, primero a Honduras y después al resto de Centro América y fue transmitido a través de veinte emisoras. Sin embargo, algo faltaba, la mayoría de oyentes eran evangélicos.  Seguidamente el programa se llamó “La Iglesia del Aire”, con dicho nombre llegó a alcanzar más audiencia… ¡pero evangélica!
Dardo Bruchez, colaborador del ministerio del Hermano Pablo, narra de la siguiente manera el nacimiento de “Un Mensaje a la Conciencia”:

“Corría el año de 1962, y el programa de quince minutos llevaba siete años al aire. “La iglesia del Aire” era una realidad. Una mañana, cuando el hermano Pablo llegó a la emisora para entregar las cintas grabadas para la siguiente semana, el Gerente dijo que necesitaba hablar con él unos minutos”.

  • ´Hemos hecho una encuesta -le dijo- y hemos comprobado que cuando usted está en el aire con su programa a las 6:45 de la mañana, nosotros perdemos una considerable cantidad de audiencia. Creo que el problema está en que a esa hora tan temprano nadie está dispuesto a escuchar un largo monólogo sobre Dios. Usted debería ocupar un espacio a eso de las cuatro de la tarde, cuando las mujeres están en sus casas y pueden sentarse tranquilamente a escuchar un mensaje de Dios´.

El hermano Pablo lo contempló un largo rato. Eso era como un balde de agua fría que apagaba su euforia y visión. Por supuesto, no compartía la opinión del Gerente. “Pero, de todos modos,- pensó -, esta gente algo debe saber de radio; por algo están en el negocio; quizás si se cambia el horario la atención de la audiencia mejorará.

  • ´¿Tiene usted alguna otra sugerencia que hacerme?´ -preguntó el hermano Pablo.
  • Si, tengo otra, pero quien sabe si le va gustar. ¿Por qué no hace un microprograma de tres a cuatro minutos, en vez de uno tan largo?.
  • ¿Un programa de cuatro minutos! El hermano Pablo quedó estupefacto.  ¡Tengo tanto que decir, que quince minutos apenas alcanzan!
  •  Hagamos una prueba, don Pablo -dijo el gerente. Elija usted al azar cualquiera de sus discursos de quince minutos; tráigamelo y yo lo voy a reducir a tres minutos y verá usted que nada esencial habré de dejar afuera.
  • ¿De veras? -replicó el hermano Pablo.
  •  Tan cierto como que estoy hablando con usted.
  • Bueno, deme entonces un par de semanas para pensarlo.

 

“El hermano Pablo lo pensó durante dos semanas. Consultó con sus amigos, familiares y colegas. Todos opinaban que no. Todavía quince minutos eran pocos. Se necesitaban programas de media hora; ´la Palabra de Dios necesita mucho tiempo´, fue la opinión unánime de todos.
“Si los cristianos dicen que el programa es demasiado corto, entonces, es demasiado largo para la gente que quiero alcanzar”, concluyó el hermano Pablo. Y tomó la decisión. Reduciría el programa a cuatro minutos y lo dirigiría exclusivamente a los inconversos.
Se dirigió a la emisora y habló con el Gerente:
-Acepto su proposición con tres condiciones –acotó-: Primero, que por el mismo precio me dé tres momentos en el día para pasar un programa de cuatro minutos; segundo, que me asistan en la confección del nuevo formato. Tercero, que me ayude a encontrar un nuevo y llamativo nombre para el programa.
Casi instantáneamente el director de programación dijo: “Llámelo: Un Mensaje a la Conciencia”.
“Era un nombre hermoso, magnifico, que caía de perlas. Un nombre que delineaba y definía un sentido, un nombre sonoro, eufórico, llamativo y radiofónico. Un nombre que debió haberlo provisto Dios, sin duda alguna.

  • ¡Fabuloso! -gritó el hermano Pablo- así lo llamaré.

 El que había bautizado el programa era Raúl Monzón, director de programación de YSU, Radio  mil cincuenta de San Salvador, El Salvador. Él mismo seleccionó de la discoteca el tema musical y grabó la entrada y la salida del programa. Desde entonces y por más de cincuenta años, su voz es la que dice: “Un Mensaje a la conciencia! Un momento de reflexión en la vida diaria Escúchelo usten en la voz del hermano Pablo”.


Raúl Monzón es uno de los locutores latinoamericanos cuya voz se encuentra entre las más escuchadas del continente. Cada vez que sale al aire el programa del hermano Pablo, puede decirse que más de veinte mil voces al mes, su voz es escuchada en todos los rincones de América.“El programa es ahora como debía ser: sencillo, enérgico, llamativo, e interesante a todos los públicos. Un verdadero mensaje a la conciencia que empezaba en aquel entonces a despertar la con ciencia de millones”.

En 1964 el hermano Pablo se trasladó a Costa Mesa, California y formó su organización radial latinoamericana. Desde allí se envían los programas grabados a muchas emisoras, además de la cobertura que ahora tiene en internet, donde el oyente puede escucharlo o verlo a la hora y el lugar que desee. Prácticamente el hermano Pablo, como se le conoce, es escuchado en casi todos los países de habla hispana, incluyendo España y otros.

Además de transmitirse en radio y televisión, Un Mensaje a la Conciencia se imprime en los más importantes periódicos de América Latina, España y Estados Unidos.
Pablo Edwin Finkenbinder, nació el 24 de septiembre de 1921, en Santurce, Puerto Rico, hijo de misioneros. Aceptó a Jesucristo a la edad de once años en la ciudad de Albonito, Puerto Rico, en la iglesia que su padre pastoreaba. En 1938, a los 17 años de edad, ingresó al Instituto Bíblico “Sion” de Nueva York.
Después de contraer matrimonio con Linda Schwartz  Entreber, llegan a El Salvador para desarrollar un ministerio de grandes proporciones durante veinticinco años, y para dar a luz al programa evangélico de habla hispana mas popular entre los hispanoparlantes

 

 

*Adaptado del libro inédito  “Así llego el Pentecostés. Un Capítulo en la historia de El Salvador”. pp. 36-38

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 

 

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